Cultura 21: Terroristas (1)
Antonio Dominguez Leiva
Auténticamente apocalíptica, la novela sigue siendo uno de los monumentos que conducirían hacia el territorio negro…
Los nihilistas rusos seguirían dando guerra en la ficción, protagonizando una curiosidad de Oscar Wilde, su tragedia Vera, or the Nihilists, tan alejada de los “witticisms” y boutades que le hicieran famoso.
La segunda gran vertiente del terrorista literario viene del Agente secreto de Conrad (1907). Este se inspiró en el atentado fallido contra el observatorio de Greenwich (¡menuda idea, como se dice, de bombero!) por un anarquista francés, Martial Bourdin, perteneciente al grupúsculo anarquista The Autonomie Club. El supuesto “atentado” fue probablemente una operación de un “agente provocador” del Scotland Yard y tal vez el pobre Bourdin trataba solamente de hacer desaparecer una comprometedora bomba en Greenwich Park.
En todo caso, Conrad, como Dosto, transforma una banal crónica de sucesos en una potente obra arquetípica, creando personajes arquetípicos como el siniestro agent provocateur (suena mucho mejor en francés, así lo ha entendido la línea de lencería inglesa…) Mr. Verloc, el pobre e idiótico Stevie que Verloc manipula hasta la muerte y por supuesto “El Profesor” (X), con una bomba siempre pegada a su cuerpo deforme para nunca ser pillado desprevenido… ¿os suena?
Los rodean cantidad de seres novelescos como el viejo ácrata Kart Yundt, el idealista “apostol” que, sin comerlo ni beberlo, terminará pagando el pato y contando su vida desde la cárcel, el sutilmente incapaz inspector Heat… En fin, nos habéis comprendido.
Hay que leerla.
Y no basta con ver la peli, que os conocemos…
Con dos padrazos como estos el personaje del terrorista estaba abocado a triunfar en la literatura, tanto “alta” como “infra”.
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